Por fin llegó a nuestras pantallas la adaptación al cine de la vida del conquistador Alejandro Magno, de la mano del director Oliver Stone, que sin duda ha dejado y dejará huella.
Rotundo fracaso en el mercado americano, donde su director ha tenido multitud de problemas a la hora de mantener su visión del relato, no solo porque Stone no haya escatimado en el contenido violento ni sexual, si no por el amplio desarrollo de su héroe como bisexual, lo cual parece haber dañado la extensa sensibilidad de "ciertos" americanos. Ha sido tachada de ridícula, patética y aburrida por las más famosas y prestigiosas revistas americanas, lo que no es muy de agradecer para el mercado europeo.
Todo esto viene sin duda, por la afición que tiene Stone por atraer la polémica (recordemos películas como la famosa JFK, Platoon, Nixon… películas que sin duda fueron muy comentadas en su momento).
Alejandro Magno es una buena película, lo que pasa es que parece que no nos gusta ver la realidad. Suerte que este admirable director no ha caído en los topicazos del peplum y ha creado otra cursilada como la reciente Troya, donde el amor entre Aquiles y Patroclo (el cual es asesinado por Héctor creyendo que este era Aquiles) queda absurdamente disfrazado en un amor filial, para que parezca un film correcto. Si siempre tuviesen que hacer las películas políticamente correctas estaríamos perdidos.
Alejandro Magno es una película para personas adultas, no apta para sensibles y representantes de histeria colectiva morbosa o para magnates de Hollywood que lo único que pretenden es idiotizarla.
Muchas cosas son perfectas: el desarrollo de los personajes, las diferentes culturas que confluyen durante la cinta, los extraordinarios y majestuosos decorados que recrean una época que pocos conocen (atención a la entrada en Babilonia), la manía de Stone por que aparezcan miles de extras delante de su cámara, dejando en segundo plano el doblaje de soldados por ordenador…pero sobre todo, lo mejor es sin duda la elegante y personal puesta en escena del director, que hace aún más emocionantes esas interminables batallas (la de Gaugamela es realmente impresionante).
Pero por desgracia todo tiene una cara oculta, y en esta película son sin duda esas narraciones del Tolomeo ya viejo (Anthony Hopkins) que hacen un poco más lento el ritmo del film y esa horrible banda sonora de Vangelis, que ahoga las imágenes en una música pasada de moda, algo que no entiendo, pues el director ya había trabajado con el famoso compositor John Williams (Star Wars, Harry Potter…). Pero son detalles que uno puede pasar en una película de Oliver Stone, que sin duda es uno de los mejores directores del cine actual. Creo que no he perdido el tiempo al ir a ver esta película y de hecho la iría a ver otra vez, pues es una de esas cosas que uno no puede dejar de ver, ya que cuantas más veces la vea, más le sorprenderá.
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