Supersalidos: Apología de la amistad...
De vez en cuando y para regocijo del espectador, surgen una serie de comedias que tiran por los suelos todos los malos tópicos del género y se convierten en verdaderas metáforas de la vida real, en situaciones que más de uno ha pasado o en vivencias que quedan reflejadas en la pantalla, caso de Pequeña Miss Sunshine el año pasado o en este con Supersalidos (y como ya ha pasado con Lio Embarazoso).
Lo que convierte a Supersalidos en una película por encima de la media de las comedias de hoy en día es su capacidad para hacernos pensar. Sí, pensar, pues bajo todo ese paradigma de tacos, frases verborreicas de sexo y mutilaciones del vocabulario variadas encontramos una enorme apología de la amistad, algo que se ve especialmente en los últimos minutos de la película.
No hay que ser malpensado e irse por otros caminos, el paso a la madurez requiere una serie de esfuerzos que muchos no están por la labor de dar.
Con ese final que se me antoja perfecto, Supersalidos explora más allá de las frases y la humillación cómica de sus personajes, el paso de la adolescencia a la madurez; si quieres a una chica, olvida todo lo que has hecho hasta ahora, deja de correrte juergas con tu mejor amigo y mira hacia delante... madura, hazme ver que comprendes otras cosas de la vida.
No es que yo sea un filósofo precisamente, pero creo que la película no es la mítica comedia hipermasticada que en su último minuto deja entrever que pretende contarnos algo que no hayamos visto mil veces, Supersalidos es algo más.
Esa mirada final entre Seth y Evan echa por tierra todo lo dicho por muchas comedias de hoy en día, dando la visión que muchos han querido y no han logrado: un amigo siempre estará ahí, sabes que te ayudará si lo necesitas y es tu deber corresponderle con la misma acción. Si tienes un amigo de verdad cuídalo, porque es uno de los bienes más preciados de la vida.
¿Qué le sobra? Quizá alguna escena con la policía un poco exagerada.
Nota:
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